jueves, 6 de diciembre de 2012

¿Qué significa la Misa?

Iglesia Católica, Apostólica, Romana
Fundada por: Nuestro Señor Jesucristo.

El católico muchas veces opina si le ha gustado o no esta celebración pascual; juzga desde el punto de vista de los sentimientos como si fuese un simple espectador de una función teatral, entonces le interesa cómo va vestida la gente, quiénes son los que van y sus conductas como si acaso se tratare de un círculo masónico o de un club social.
Le interesa si el cura habló de política entendiendo que de este modo se aparta del Evangelio, se enoja si hace algunas correcciones por pensar que los sacerdotes no deberían meterse en las cosas personales y solamente deberían limitarse a explicar de modo suave y, sin críticas alguna, el Evangelio de un Jesús que no sabe llamar la atención, de un Cristo que no conoce la realidad social, de un Dios incapaz de hacer un juicio, de un Padre que no sabe corregir a sus hijos.

Si se le pregunta a cualquier católico por el significado de la Misa no sabrá responder; antes de decir “no sé”, va a estar en silencio, luego dirá una sarta de disparates y finalmente dirá no sé. Me refiero a católicos que van siempre a Misa.
Los lectores podrían hacer la prueba preguntando a sus más cercanos, en sus círculos sociales, en sus grupos pastorales y descubrirá que el 99 % y a veces el 100% no conoce el significado de la misa.
¡Qué podemos decir de aquellos católicos que no concurren a ella!
¡Qué podemos decir de aquellos que alguna vez fueron católicos y ahora pertenecen y participan en alguna denominación evangélica o secta de cualquier otro tipo!
¡Quién puede juzgar a la Iglesia Católica, si no conoce ni entiende el corazón de ella misma!
“… Nos dejó a su Santa Madre
también como madre nuestra;
y pa darnos mayor muestra
de su cariño sincero,
se quedó como aparcero
sobre la tierra siniestra.

Y pa no dejarnos guachos
después que juera a marcharse,
oculto quiso quedarse
en nuestro pan familiar,
haciendo pa aquerenciarse
un ranchito en cada altar.

jué el Señor como un jagüel
que rebalsa de su hueco,
ande los hombres entecos
toman agua verdadera,
sin que jamás se volvieran
por estar el jagüel seco.

Por todos estos favores
el hombre de poca luz
traicionó fiero a Jesús,
lo condenó en mala ley,
lo azotó a guasca de güey
y lo estaquió en una cruz.

El misterio de la cruz
es difícil de entender;
pero el hombre, a mi saber,
cuando más ame al Señor,
más lo ayudará el amor
pa saberlo comprender…”

(El Evangelio Criollo, Padre Amado Anzi)



Muchísimos pastores evangélicos se están convirtiendo a la Iglesia Católica luego de comenzar a descubrir el significado de la Misa, particularmente en el Santísimo Sacramento, la transubstanciación del pan y del vino que se convierten en Cuerpo y Sangre de Cristo, el valor del Sacramento de la reconciliación, entre tantas otras cosas. Los invito a ver un ejemplo de un ex pastor pentecostal y su esposa en este video >>

Católico ignorante, semilla de protestante.
Vamos al Tema Central
En cada Misa conmemoramos, experimentamos, vivimos y participamos la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

La Santa Misa es Celebración Eucarística, es la cumbre de todos los Sacramentos de la Iglesia.

Más abajo dejaré un video incrustado donde se explican los pormenores de ella mediante dibujos animados para grandes y chicos.

Antes de esto es preciso saber que cada parte de la Misa tiene un significado y una realidad viviente en todas las personas que participan en ella.
Por ejemplo, cuando Juan el Bautista indicaba el arrepentimiento por todos los pecados y la conversión para prepararse al encuentro con el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, lo tenemos al inicio de la Misa; luego glorificamos al Altísimo en su grandeza, su bondad, su misericordia y le pedimos paz.

Esta es la puerta que nos hace ingresar a la vida misma de Jesús en la historia que se hace presente entre nosotros, en el presente, y nosotros nos hacemos presente en la historia mediante el poder del Espíritu Santo.

Por eso en la Liturgia de la Palabra nos habla el mismo Jesús a través de las lecturas bíblicas, del mismo modo que le hablaba a la gente de ese tiempo en la historia.

Así mismo, nosotros también nos hacemos presentes en esa historia tomando las mismas actitudes que aquellos hombres y mujeres de ese tiempo. Algunos lo escuchaban con respeto y atención; otros iban por curiosidad al ver gente reunida; otros para ver quiénes iban, cómo iban vestidos, etc. Aquí se encuentran los bienaventurados como también los que se aprovechan injustamente de ellos. Aquí nuestro Señor acaricia a unos y les reprocha a otros; bendice y exhorta; invita a seguirlo o que te vayas a tu casa y no peques más.

Por ello la Misa se llena de buenos y malos, de derechos y torcidos; de humildes verdaderos y de fariseos hipócritas. Pero si nos ponemos a pensar, todo esto glorifica a Dios, nuestro Señor, porque Él atrae a todos, porque todos intuyen que en Él hay algo especial.

Por eso en la Misa hay que ir a escuchar a Jesús y entender personalmente con la mente y el corazón su palabra que es “Buena Noticia”, que sana, que da la vida.

Debo mirarme a mí mismo y comparar que personaje soy en la historia, ¿un bienaventurado; un enfermo que solo busca ser sanado y nada más; un poseído por el mundo o por el demonio; un curioso espectador, un fariseo hipócrita? La Misa tiene el poder de llevarte a la historia y de traer la historia al presente mediante el poder de Dios, Señor del tiempo y del espacio. Por tus actitudes ante las lecturas y homilías te conocerás cómo eres realmente.

¿Acaso ya te comenzó a gustar la Misa?, mirá que recién estamos comenzando. ¿Cuántas veces estabas al lado de Jesús, que te miraba, te hablaba, te consolaba, y no te diste cuenta? Dios tiene el poder de hacerse presente en tu tiempo y en tu espacio; también tiene el poder de llevarte a su tiempo en la historia y hacerte vivir con total realismo su buena nueva, para que tú la hagas presente en tu vida, en tu presente y en tu historia. Tiene el poder de salvarte la vida, es por eso que llena tu corazón de esperanza. Tiene el poder de darte la paz, por eso conviene estar siempre con Él, estar atento constantemente, seguirlo. Conviene que la fe se haga cultura, por eso debemos comprometernos en lo individual, familiar, política y social. Que nuestras actitudes sean conforme al Evangelio; que nuestras leyes no transgredan lo natural y que jamás se pongan en contra del hombre. ¿Qué dice Jesús del divorcio, del aborto, de las drogas, de los malos gobernantes, de la corrupción…?

Todo esto y mucho más ocurren en la Liturgia de la Palabra, que solo es el inicio de la Santa Misa.

Luego vienen las ofrendas y otros tiempos importantes que los explica la película, que incrusté más abajo, de modo más gráfico y vivencial.

¿Sabías que tenés un Ángel de la Guarda, que el mismo Dios lo puso para tu cuidado? No es el Genio de la Lámpara de Aladino que está para hacer tu voluntad, sino un fiel Servidor de Dios que, mientras no lo expulses con tus pecados, te defenderá y auxiliará. Está y te acompaña para que tú hagas la voluntad de Dios y con ello puedas salvarte y tener vida eterna. Quien vive en pecado y hace el mal tiene ángeles malignos que lo conducen a la muerte, al sufrimiento eterno.

Liturgia de la Eucaristía

En este tiempo de la Santa Misa conmemoramos, experimentamos, participamos y vivimos la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
¿Se están dando cuenta que en una sola misa se expresa toda la vida desde la creación del universo, hasta el final de él y regreso a la casa del Padre?
Se dan lecturas del Antiguo Testamento que nos permiten vivenciar desde el principio de la creación con todas sus consecuencias, pasando por patriarcas, profetas jueces reyes, purificación del Pueblo de Dios, María, Juan el Bautista; Vida, muerte, Resurrección de Jesús y la espera de su reino eterno.
En una sola Misa lo tenemos todo. En una sola misa tenemos fe, arrepentimiento, conversión, perdón, purificación, redención, comunión, santificación. En una sola misa experimentamos la Misericordia de Dios.
Ahora vayamos a explicar esta parte de la liturgia que nos traslada a la historia en el tiempo que han ocurrido estos hechos, al mismo tiempo estos hechos se trasladan desde la historia hasta nuestro presente con la misma realidad pero de modo diferente. Esto se llama “eternidad”, por atravesar todos los tiempos con una misma realidad siempre presente.
Las formas cambian, por ejemplo, se da el mismo sacrificio de Jesús en la cruz pero de forma incruenta. Se dan los mismos personajes de ese tiempo pero ahora con otras personas, se da en nosotros, los que vivimos en estos tiempos.

Muchos querían a Jesús crucificado y alentaban a sus verdugos; otros lo insultaban, se burlaban de Él; le clavaban espinas, lo azotaban. Otros solo iban a ver ese espectáculo de la crucifixión, del mismo modo que la gente se amontona cuando ocurre un accidente; otros se ausentaban por temor a que lo asocien con Él; Otros iban porque no tenían otra cosa que hacer. Pero solo unos pocos, muy pocos, alrededor de dos o tres, verdaderamente lo amaban y permanecieron con Él a los pies de su cruz. Una de ellos era su madre y con ella estaban los otros, los muy pocos, que lo amaban; aquellos que no tenían vergüenza de ser sus amigos; aquellos que no tenían miedo de ser cristianos.

La Liturgia de la Eucaristía es incompleta si en ella no está presente María. Ella se hace presente y nosotros debemos encontrarla para estar con ella a los pies del altar cuando se eleva la Santa Eucaristía. Momento en que Cristo vuelve a pedir perdón por todos nosotros; Momento en que Cristo dice, Mujer he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre.
Nosotros somos siempre nosotros, únicos e irrepetibles, pero al mismo tiempo en nosotros se repite lo del Calvario. Miremos nuestras propias actitudes en la Misa; si acaso has ido a reprocharle algo a Dios; si acaso fuiste a decirle “si en verdad eres el Hijo de Dios hazme este milagro”; otros no van por algunos que van; otros van para ver quién va; otros van porque no tienen otra cosa para hacer…, pero muy pocos van porque realmente lo aman, muy pocos están en silencio. Muy pocos entienden la Misa.

Juan Carlos Starchevich

La Santa Eucaristía 1/3
 

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Catecismo de la Iglesia Católica

IV La celebración litúrgica de la Eucaristía
La misa de todos los siglos
1345 Desde el siglo II, según el testimonio de san Justino mártir, tenemos las grandes líneas del desarrollo de la celebración eucarística. Estas han permanecido invariables hasta nuestros días a través de la diversidad de tradiciones rituales litúrgicas. He aquí lo que el santo escribe, hacia el año 155, para explicar al emperador pagano Antonino Pío (138-161) lo que hacen los cristianos:
«El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo.
Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible.
Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros [...] (San Justino, Apología, 1, 67) y por todos los demás donde quiera que estén, [...] a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar así la salvación eterna.
Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros.
Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados.
El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en griego: eucharistian) largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.
Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén.
[...] Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua "eucaristizados" y los llevan a los ausentes» (San Justino, Apología, 1, 65).

1346 La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica:

— la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal;
la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión.
Liturgia de la Palabra y Liturgia eucarística constituyen juntas "un solo acto de culto" (SC 56); en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor (cf. DV 21).

1347 ¿No se advierte aquí el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus discípulos? En el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa con ellos, "tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio" (cf Lc 24, 30; cf. Lc 24, 13- 35).

El desarrollo de la celebración

1348 Todos se reúnen. Los cristianos acuden a un mismo lugar para la asamblea eucarística. A su cabeza está Cristo mismo que es el actor principal de la Eucaristía. Él es sumo sacerdote de la Nueva Alianza. Él mismo es quien preside invisiblemente toda celebración eucarística. Como representante suyo, el obispo o el presbítero (actuando in persona Christi capitis) preside la asamblea, toma la palabra después de las lecturas, recibe las ofrendas y dice la plegaria eucarística. Todos tienen parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los que presentan las ofrendas, los que dan la comunión, y el pueblo entero cuyo "Amén" manifiesta su participación.

1349 La liturgia de la Palabra comprende "los escritos de los profetas", es decir, el Antiguo Testamento, y "las memorias de los Apóstoles", es decir sus cartas y los Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger esta palabra como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf 1 Ts 2,13), y a ponerla en práctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres, según la palabra del apóstol: "Ante todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2,1-2).

1350 La presentación de las ofrendas (el ofertorio): entonces se lleva al altar, a veces en procesión, el pan y el vino que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acción misma de Cristo en la última Cena, "tomando pan y una copa". "Sólo la Iglesia presenta esta oblación, pura, al Creador, ofreciéndole con acción de gracias lo que proviene de su creación" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 4, 18, 4; cf. Ml 1,11). La presentación de las ofrendas en el altar hace suyo el gesto de Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo. Él es quien, en su sacrificio, lleva a la perfección todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios.

1351 Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta (cf 1 Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (cf 2 Co 8,9):

«Los que son ricos y lo desean, cada uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside, y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los que están en necesidad» (San Justino, Apologia, 1, 67,6).

1352 La Anáfora: Con la plegaria eucarística, oración de acción de gracias y de consagración llegamos al corazón y a la cumbre de la celebración:

En el prefacio, la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus obras, por la creación, la redención y la santificación. Toda la asamblea se une entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los ángeles y todos los santos, cantan al Dios tres veces santo.

1353 En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición (cf Plegaria Eucarística I o Canon romano, 90; Misal Romano) sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu (algunas tradiciones litúrgicas colocan la epíclesis después de la anámnesis).

En el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre.

1354 En la anámnesis que sigue, la Iglesia hace memoria de la pasión, de la resurrección y del retorno glorioso de Cristo Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que nos reconcilia con Él.

En las intercesiones, la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y todos los obispos del mundo entero con sus Iglesias.

1355 En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben "el pan del cielo" y "el cáliz de la salvación", el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó "para la vida del mundo" (Jn 6,51):

Porque este pan y este vino han sido, según la expresión antigua "eucaristizados" /cf. San Justino, Apología, 1, 65), "llamamos a este alimento Eucaristía y nadie puede tomar parte en él si no cree en la verdad de lo que se enseña entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo" (San Justino, Apología, 1, 66: CA 1, 180 [PG 6, 428]).

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